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Sostenibilidad & Mantenimiento/ Sustentability & Maintenance/ Sostenibilità & Manutenzione (S&/\/\)

MANTENIMIENTO DEL SIGLO XXI: SEGUIREMOS CON LA BALA SIN OLVIDAR LA FLECHA

MANTENIMIENTO DEL SIGLO XXI: SEGUIREMOS CON LA BALA SIN OLVIDAR LA FLECHA

Por Luis Felipe Sexto

 Me interesa mucho el futuro porque en él viviré el resto de mi vida. Es la sentencia lapidaria que leí una vez y con la cual me alineo totalmente. No me considero un visionario ni practico la futurología, pero a solicitud de un buen amigo me aventuraré, si ustedes me lo permiten, a proyectar la mirada de lo que podrá ser la suerte del mantenimiento industrial durante el siglo XXI. Es decir, durante el espacio de tiempo donde  existiremos, nosotros, los protagonistas de la historia que conformaremos, los que lean este trabajo, los que no lo hagan y, quizás, aquellos que lo revisen un poco más tarde. Es impresionante cuán previsible ha resultado el futuro para algunos: “[…] Pueden hacerse instrumentos gracias a los cuales grandes barcos serán guiados por un solo marinero, dichos barcos viajarán más rápidamente que si tuvieran una tripulación numerosa. Se podrán construir carros que se trasladarán de un lado a otro con increíble rapidez sin la ayuda de los animales. Puede que se construyan aparatos para volar, en los cuales el hombre sentado con toda comodidad y meditando podrá batir el aire con sus alas artificiales, tal y como lo hacen los pájaros…” ―afirmó Robert Bacon en el siglo XVII. Lo único que sus predicciones, nimio detalle, se convirtieron en realidad prácticamente más de doscientos cincuenta años después.  Ya se podía prever lo que vendría dado un desarrollo presente y el modo en que iba avanzando el pensamiento y las soluciones para viejos problemas. Inspirado en la misma razón, voy a intentar, salvando las distancias, echar una mirada al mantenimiento de los próximos cincuenta años y un poco más.  Imitando al filosofo y con la fe, si fuera posible, en disponer de su suerte.Durante los cien años pasados se produjo el despegue tecnológico más significativo de la  humanidad. Se lograron niveles impresionantes de productividad en la industria, con un desarrollo vertiginoso en todas las ramas. Las más diversas industrias y los medios de transporte aéreo, terrestre y marítimo evolucionaron espectacularmente y el ser humano voló y hasta llegó al cosmos de forma física por primera vez en la historia. También, se crearon y desarrollaron serios problemas ambientales y ocurrió, y continúa sucediendo, la explotación en medida increíble de los recursos de la naturaleza. Estos últimos, complicaciones que comprometen el porvenir y significan un desafío del que no podemos rehuir, aunque sea por un elemental sentido de supervivencia. El mantenimiento, en la pasada centuria, pasó a ser progresivamente una función dentro de la industria –primero que todo necesaria, luego necesaria e incomprendida y finalmente comprendida, necesaria, pero subdesarrollada en relación con otras funciones de apoyo, al propósito principal de la empresa,  como finanzas o comercialización. Y ciertamente, hasta el momento, en general, se ha pedido al mantenimiento mucho más de lo que ha podido entregar dado los modos de actuación imperantes. La prueba es que lo que algunos llaman hoy “mantenimiento de tercera generación” había, ya en esencia, sentado todos sus elementos técnicos en la década de los sesenta del pasado siglo y, sin embargo,  cuatro décadas después todavía no se logra inocular en la práctica habitual de la mayoría de las empresas del mundo. Y así como el hacha del leñador es de las primeras y  principales herramientas de la humanidad, y nos sigue prestando un buen servicio, el mantenimiento desde su concepción elemental y reactiva de corregir problemas pasando por la prevención, la predicción y la mejora seguirá existiendo según la conveniencia en la utilización de sus políticas. Los conceptos básicos seguirán presentes sólo que evolucionarán en su contenido y alcance en sintonía con la apertura del pensamiento y el despliegue tecnológico. Muy problamente regresemos con fuerza al concepto de prevención del mantenimiento.  Se desarrollará aún más, en procesos  y activos complejos, la capacidad del automantenimiento allí donde sea posible.La variante de sustituir módulos dónde se integran lógicamente decenas de miles de componentes seguirá existiendo debido al intenso desarrollo de la robótica y la automatización en los procesos de producción. Esto traerá aparejado la integración más impresionante aún de la electrónica y la informática a los procesos de creación de bienes. Allí donde ocurra un fallo, será detectado por el propio proceso y solamente habrá que sustituir el módulo donde efectivamente se encuentre el fallo (ya sea en un sistema, un subsistema, un activo o un componente particular). Y esto seguirá siendo pura corrección. Y si se realiza la sustitución después de cierto tiempo de explotación, según el comportamiento del patrón de fallos, pues seguirá siendo puro mantenimiento preventivo tal y como se hace hoy.  Si se decidiera realizar la intervención después de un análisis de tendencia de comportamiento, pues seguiría siendo predicción, aún si todo esto lo hiciera la máquina de forma inteligente. Todo esto será el resultado natural del desarrollo de los sistemas inteligentes, de las redes neuronales artificiales que serán útiles para sus aplicaciones de reconocimiento y clasificación de datos, la simulación del comportamiento de sistemas complejos y la previsión del comportamiento dado una serie de referencias de datos. Con todo este auge, es casi evidente la llegada de próximas generaciones de equipos para el diagnóstico y la predicción del desempeño de los activos, capaces de interactuar y dar respuestas según la condición. Y se hará mucho más claro y accesible el empleo de los métodos cuantitativos y cualitativos de confiabilidad que aún hoy, excepto en industrias y empresas señeras, no son una realidad cotidiana ni siquiera en un número significativo de organizaciones de países más desarrollados. En el siglo XVI una revelación impresionante nos legó Glanvill: “para aquellos que vengan después de nosotros –afirmó- puede ser un asunto tan corriente  mantener conferencias a distancias mayores que las que nos separan de las Indias”. Todo se hizo realidad porque existían ya las bases para augurar esas posibilidades. Hoy existe un potencial que permite imaginar y ver el horizonte con igual claridad. Por ello, la comunicación y el control a distancia, que va mucho más allá de la mera posibilidad de conferenciar que ya existe, se hará normal. La operación y el monitoreo de máquinas de difícil acceso o muy alejadas, como se hace hoy en minas profundas y en el cosmos, podrá ser trivial para muchas otras industrias y aplicaciones. Para ello, la formación de los trabajadores se debe haber enderezado a superar el analfabetismo numérico, que no permite interpretar los datos, y la agonía tecnológica, que es efecto de la subutilización e ignorancia para explotar los avances. Este problema sobrepasa el marco de pretensiones de este trabajo, pues se relaciona con las formas de gobierno y los ordenes sociales y la evolución de los centros de enseñanza. Y aunque no lo desarrolle aquí, estos aspectos en mucho, determinarán las posibilidades concretas de convertir en realidad la visión comentada, en los países en vías de desarrollo ―siempre a la saga, de los más poderosos, tecnológica y socialmente. Aunque, justo es decirlo, estos últimos, no siempre y en todo tiempo han sido tan avanzados como cabría suponer. Recordemos que las mujeres y los niños fueron utilizados como bestias de carga en las minas inglesas hasta mediados del siglo XIX, según refiere Lewis Mumford en su ya clásico Técnica y Civilización. Todavía hoy, en los países más desarrollados, el grueso del rebaño de empresas, no aplica todo el avance conceptual, técnico y de conocimiento disponible abiertamente y que constituye patrimonio de la  humanidad.  No es posible hablar de un avance homogéneo en el mantenimiento, sólo por la existencia de tecnologías y de un grupo de empresas a la vanguardia que las aplican con resultados sobresalientes.  La evolución del mantenimiento se debe medir por la concepción más generalizada que prevalece, donde se ubican la mayoría de las empresas, y no por los casos excepcionales donde se concentra un grupo minúsculo de organizaciones, aunque con gran impacto.  Por otro lado, dada la escasez de combustibles y lubricantes convencionales se transitará en el futuro hacia el empleo de otras fuentes energéticas y lubricantes sintéticos, lo que traerá aparejado nuevos procedimientos operacionales y de mantenimiento. La recuperación de piezas podrá ser una industria importante, al igual que los procesos de reciclaje dada la anemia de recursos en la tierra. La lucha por la supervivencia y el desarrollo en medio de las consecuencias del daño ambiental creciente y heredado de nuestro tiempo y que recién ahora existe cierta conciencia de ello. Todo esto tendrá altas probabilidades de suceder, dada las circunstancias. Es por ello que estamos obligados a recuperar el pensamiento racional por encima del pensamiento puramente mercantil. El mantenimiento tendrá, tiene ya, una misión identificada y comprometida para contribuir a estos fines. Las labores de inspección deberán ir desapareciendo dado los niveles de calidad en las máquinas y procesos al cumplir sus funciones. La elevada confiabilidad inherente se traducirá en alta confiabilidad en el contexto de trabajo de los activos. Se supone que al fin habremos asimilado la condición necesaria (mas no suficiente) de formar y respetar a las personas.  Los errores disminuirán elevándose la polivalencia dentro del marco de especializaciones. Es decir el pensamiento gerencial habrá logrado interiorizar que, la forma tradicional y predominante hoy, no permite el aprendizaje organizacional continuo ni los saltos cualitativos, por mucha tecnología avanzada en activos tangibles que se posea. La tercerización acabará por imponerse, allí donde sea potencialmente mejor, y muchos le otorgarán la plena confianza al dejar de existir los motivos que hoy llevan a la desconfianza y la actitud de autosuficiencia y atrincheramiento empresarial. La integración y las buenas relaciones con los proveedores se fijarán, como tendencia definitivamente, dado la interdependencia entre las industrias. Resulta irónico, y hasta ingenuo, cuando algunos expertos enuncian despectivamente sobre la forma de hacer o la cultura de tantas empresas: “tus prácticas de mantenimiento pertenecen al período jurásico” o “ya eso son concepciones de hace cuarenta años”. Sin embargo, la evidencia es contundente porque una cosa es que avance el pensamiento y otra es que ese pensamiento se convierta en acción. La cadena de desarrollo conceptual aplicativo del mantenimiento no puede, ni podrá ser, más fuerte que su eslabón más débil generalizado. Aunque el más fuerte pueda servir de orientación. La realidad es que la inmensa mayoría de las empresas no constituyen modelos a seguir. Esto, si nos atenemos, únicamente, al enfoque práctico que tienen de lo que debe ser y aporta el mantenimiento a su competitividad.    En esencia, el mantenimiento durante la primera mitad de este siglo, ante todo, deberá consolidar y generalizar los avances alcanzados durante las dos últimas décadas del siglo precedente. Habrá de transitar por un proceso de desaprendizaje de los paradigmas, prejuicios y formas de hacer y dirigir viciadas, o que responden a concepciones del pasado-presente. Si se lograra llevar a nivel aplicativo, creativamente,  lo que la humanidad hasta hoy ha legado en materia de principios y conocimiento, ya sería un gran resultado. Habremos avanzado mucho si se comprendiera el anidamiento del subsistema mantenimiento dentro del subsistema mayor que es la empresa y el gran sistema que es la sociedad. Porque está claro que el problema del mantenimiento no es de mantenimiento, sino de la concepción que de él, y de la empresa, se tiene dentro de una realidad de necesidades e intereses sociales. Ya eso lo asimilamos. Pero, claro está, de no desaprender mucho de lo que se hace hoy, pues estaremos en serios problemas para avanzar y dar respuesta efectiva al desafío del futuro próximo. Como afirma De Bono, el viejo conocimiento no permite asimilar al nuevo en muchos casos.Deberemos haber llegado a practicar el énfasis en las relaciones e interacciones entre los diferentes procesos de la empresa, donde mantenimiento es uno de ellos. Haber dejado de practicar el énfasis en los procesos por separado y la falta de coherencia en la gestión. Haber olvidado la supervisión autoritaria y rígida y el miedo a salir mal en una evaluación o a perder el empleo como motivación. Quizás habremos, por fin en unas décadas más, resaltado la coordinación y la integración y sobre todo el respeto al ser humano. Haber pasado normalmente del mando autoritario, el temor y el individualismo a la participación y el liderazgo colectivo. Para mediados del XXI querré revisar este tímido escrito para sorprenderme de cuán equivocado estuve, o menuda sorpresa, para alegrarme que mi vida va llegando al ocaso, en medio de un desarrollo dónde el futuro del mantenimiento haga que todos se quiten el sombrero debido a que se ha convertido, ya verdaderamente, en un proceso integrado, articulado y generador de valor y calidad dentro de la organización. Para entonces, espero haya desaparecido de la mente de la gente la noción de mantenimiento como proceso marginal y se logre concebir a la empresa como un todo orgánico, social y vivo. Si pensáramos, para ese tiempo, que el enfoque predominante de hoy ―que ve con ojos extraviados y confunde la supervivencia con motivación y el crecimiento con desarrollo― era irracional y cuando menos tonto, quizás será porque, al fin, llegamos a disponer del pensamiento sistémico como principio y atributo natural, pasaporte de un avance descomunal.  Si fuera así, entonces me iré tranquilo…  

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