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UN MUSEO EN MOVIMIENTO

UN MUSEO EN MOVIMIENTO

Por Luis Felipe Sexto 

Anda usted por una calle cubana y le parece que ha entrado  en el cruce de todos los tiempos.El visitante que arriba a La Habana disfruta de un mundo que podría parecerle novedoso por lo antiguo y extraño por su contradictoria vitalidad. No se trata de los palacios coloniales. Ni de viejas fortalezas. Tampoco de bailes ni de canciones famosas. Es la mezcla seductoramente anacrónica de vehículos antiguos y modernos. Porque Cuba, y en particular su capital, atesora un parque irrepetible de automóviles antiguos en circulación. 

En la actualidad se estima en unos 155 000 el número de vehículos en funcionamiento, fabricados antes de 1960. En su mayoría se pueden encontrar coches norteamericanos de las marcas de Ford como, por ejemplo, Lincoln, Mercury, Continental y Thunderbird. También los Cadillac, Buick, Chevrolet, Oldmobile y  Pontiac. Además, gozan de dinamismo autos pertenecientes a Chrysler como  Imperial, Chrysler, Dodge, Plymouth y Valiant. El visitante puede encontrar por las calles vehículos  con marcas que desaparecieron. Tales son los casos de Packard y Studebaker, firmas extinguidas en 1959 y 1963, respectivamente.   

Después de 1960, las leyes estadounidenses que prohíben  el  comercio con Cuba impidieron que modelos de los años subsiguientes rodaran por las calles y carreteras del archipiélago. También se pasean en abierto desafío al tiempo coches europeos antiguos con los sellos de Peugeot, Mercedes Benz, Wolkswagen, Leyland, Morris  y algunos otros.  

La historia del automóvil en Cuba se inició cuando todavía el vencido ejército español no había finalizado su retirada. En diciembre de 1898, apareció en las calles con gran escándalo de los habaneros el primer automóvil propiedad del comerciante José Muñoz. El vehículo, francés producido por La Parisiense,  fue todo un acontecimiento, objeto de las más diversas murmuraciones, burlas y comentarios. Desarrollaba la increíble velocidad de doce kilómetros por hora y su costo fue de mil pesos, casi lo mismo que un buen caballo con su coche. 

Se calcula que en la Isla, ya para el año 1917, existían alrededor de 4 500 automóviles que circulaban, en lo fundamental, por las calles habaneras. Muchas de estas primeras reliquias pueden ser vistas en las áreas del museo del automóvil ubicado en el Centro Histórico de La Habana Vieja. 

Todo un acontecimiento resulta el Museo Rodante que acoge a los vehículos antiguos con más de un 90% de componentes originales y en perfecta disponibilidad técnica. Este club, de gran atractivo turístico, reúne a los mejores conservados, algunos de los cuales fueron  fabricados hace casi ochenta años. Gracias al afán por mantener esas joyas automovilísticas del pasado, Cuba, y La Habana en particular, es fiel depositaria de un museo en movimiento y sin igual. 

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